Hay gente que nace para tener una moto. Esto, que puede parecer una aseveración demasiado radical, es lo que piensa mucha gente en el mundo, gente que prefiere con mucho los vehículos de dos ruedas ante que los de cuatro, que adora viajar con el viento en la cara, que necesita sentir la potencia de los caballos del motor entre sus piernas. Y cuando estas personas no sólo proclaman esta preferencia, sino que además hacen de ello un estilo de vida, entonces estamos ante lo que se llama un motero de pura cepa.
Y desde luego no es una forma de hablar, tal y como la literatura, el cine y la televisión nos han dejado bien claro. La cultura motera existe, es real, y ejerce en mucha gente ajena al mundo de la moto una fascinación enorme. Las películas de motos nos han dotado de todo un imaginario con el que podíamos rellenar nuestras más locas fantasías; pero resulta que, más allá de todas nuestras expectativas, todas esas imágenes se reflejan la realidad, y no sólo eso: parece que estas películas han creado realmente el carácter de los millones de personas que se consideran «moteros».
Y bueno, para ser justos, estos moteros se han convertido a día de hoy en auténticos mitos sexuales. Su imagen de tipos duros a lomos de sus «burras», viviendo al límite y sin ningún tipo de ataduras más que sus hermanos moteros, ha convertido a estos hombres en las fantasías sexuales de un montón de féminas calientes. Ah, y sus mujeres, con el gusto por la aventura de sus machos alfas, vestidas con trajes de cuero ajustados y mostrando toda la piel que pueden, seguras de que sus hombres no tienen ojos más que para ellas… Como puedes ver, es de primero de videos porno, ya que la cultura motera, según la vemos reflejada en el arte urbano, es toda una historia erótica. Y como todo mito erótico, es deseado por muchos, así que las webs para adultos tiran de él y, cómo no, siempre les resulta un éxito seguro.
Claro que la imagen que tenemos de un motero está bastante adulterada, si la queremos tomar al pie de la letra. Hay ciertos rasgos comunes a todos los amantes de las motos, por supuesto: el entendimiento de las máquinas y su funcionamiento, el interés en el equipamiento y sus novedades y modificaciones, conocer todas las concentraciones de motos ya sean clásicas o modernas… Sin embargo, otros rasgos nos han sido importados de Norteamérica, y conociendo el histrionismo de esas personas, ya sabemos que mucho de ello no coincide con la realidad. ¿Lo peor? Justo son esos rasgos los que hace a los moteros tan atractivos para el resto de la sociedad, así que puede que todo el asunto sea confuso.
Más allá de todo esto, lo que es cierto es que la moto ejerce siempre cierta atracción sobre la gente joven, antes de que se sienta atraída por los coches. Para muchos, este es el primer paso para convertirse en un amante de las motos, y no acaban de soltar la pasión por estos vehículos en favor de otros de cuatro ruedas. Cierto que puede ser que esta inicial fascinación sea dirigida por todas estas supuestas características que hacen tan atractivos a los moteros, pero realmente debe haber algo más, porque para mucha gente el amor que sigue teniendo por su moto después de tantos años es enorme, y seguro que está fundamentado en mucho más que en quimeras y en las imágenes sexys de unos tipos con cuero y cascos y muy poco que perder en la vida.